Algo pasa con la vida.
Algo pasa y es que no podía irme tan bien. La vida no es así. El destino, el karma, anda a saber tú, pero ese algo no quiere que las cosas sean tan fáciles y que uno se salga con la suya. No, no, nonono.
Y yo pensé que iba a poder esta vez. Que las cosas podían salir como esperaba. Porque igual me ha ido bien y dije "ah ya esta es la mía, ahora sí la hago" Y tomé decisiones pensando que me iba a ir bien (ojo: nunca, nunca, nunca nonono tomen decisiones pensando que les va a ir bien, nunca. Porque eso rara vez pasa y todo tiene una capacidad tan impresionante de metamorfosis que, al final, todo puede cambiar y salir al revés.) y no me fue bien.
Aunque al principio sí... Lo que hace todo más feo.
Me fue bien, tuve éxito cuando quise y como me dijo una superamiga (con capa y todo) "donde pusiste el ojo pusiste la bala" y sipo, puse la bala. Disparé. Maté mi posibilidad.
Aunque me estoy quejando demasiado, en verdad las cosas no están mal. O podrían ser harto peor.
Pero eso pasa: me di cuenta de que tomé decisiones desde el optimismo total y pucha, la vida no es tan optimista. La vida es realista y ahí el problema es mío. Criterio de realidad nulo. nuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuulo
Que paja que pase esto. Que paja tener que hacerme cargo de ese optimismo ahora, que ando tan pesimista y derrotada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario